Burbujeantes espectros de ira, palpitar ardiente de naturaleza humana… Feria de perturbadores juicios, destino maltrecho, azares corruptos… manos astilladas, lagrimas de ginebra.
Razón de la tierra, egoístas saberes escondidos en tu lecho, brota la flema inerte de quienes cobijas, pasos y huellas, mueren los soles… perecen los vagabundos, gemidos de desconsuelo apaciguan los cantos de virtud. Gargantas insanas, mentes perturbabas, inocencias volátiles, vidas magulladas, manchas perpetuas……. Tiznados de odio, se maquillan nuestros cuerpos, pariendo máscaras, engullendo acero, ¡piel echa armadura!
La destrucción ante nuestros ojos, cómplices inmortales del rumbo perdido, testigo fiel de la apocalipsis serena, vientos torrenciales hechos brisa de otoño despliegan calamidad, hojas danzando el vals de la muerte, fetos purulentos emergen de la tierra, madre de horrores, hechicera de conciencias impugna la libertad del alma, cadena de penitencia escoltada por Caín, reos somos del crimen sagrado, labios que escupen el beso traidor, manzana prohibida augurio de destierro, libido impúdico en los montes de la Magdalena.
En las botellas lanzadas al mar, en los baúles oxidados, sobre charcos sin reflejo, en gargantas enmudecidas, bajo el vuelo de ángeles esfumándose, entre los espejismos de áridos desiertos, escondida esta la respiración consciente, la razón virtuosa, la naturaleza virgen, la rosa sin espinas, la existencia perpetua, el corazón del hombre…
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